Betaína

Además, la betaína contribuye a la protección del corazón al limitar el aumento de los niveles sanguíneos de homocisteína, una molécula que constituye un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

La betaína también tiene un efecto hepatoprotector. Ayuda a combatir la acumulación de grasas en el hígado y favorece la excreción biliar de las sustancias tóxicas metabolizadas por el hígado.

Además, la betaína contribuye a reducir el nivel de ácidos grasos, y más concretamente de triglicéridos, en la sangre.

Además, el metabolismo de la betaína conduce a un aumento de la producción de óxido nítrico, un mensajero intracelular, también conocido como óxido nítrico, que tiene una acción vasodilatadora que mejora la oxigenación de los tejidos y favorece una mejor regulación de la presión arterial.