¿Proyecto bebé? Periconcepción, embarazo y lactancia: ¡no descuides la importancia de la micronutrición!
Bienestar femenino
A pesar de la gran abundancia de alimentos en las sociedades industrializadas, el conocimiento de los aportes alimenticios en oligoelementos, vitaminas y ácidos grasos esenciales ha permitido la estimación de los riesgos de déficits micronutricionales en la población de mujeres en edad fértil, embarazadas y lactantes aparentemente sanas. De hecho, una parte significativa de estas mujeres recibe aportes inferiores a las recomendaciones y/o presenta signos biológicos de subdeficiencias. Estos déficits tienen consecuencias en términos de salud pública, ya que las propiedades biológicas de los micronutrientes y los ácidos grasos insaturados (omega-3) les confieren roles esenciales en situaciones fisiológicas de periconcepción, embarazo y lactancia. Por lo tanto, la cobertura de las necesidades cualitativas y cuantitativas de micronutrientes y ácidos grasos esenciales aparece como un objetivo prioritario en esta población¹.
La periconcepción
En la población femenina en edad fértil, las encuestas epidemiológicas nacionales y europeas coinciden en describir deficiencias en los aportes y estatus de folatos, vitaminas del grupo B, omega-3, vitamina E y zinc. Estas deficiencias pueden tener consecuencias importantes en el momento de la fecundación.
La necesidad absoluta de un estatus óptimo de folatos (vitamina B9) está relacionada con su papel fisiológico. Las deficiencias en folatos de las mujeres en edad fértil provienen de una falta de aportes alimentarios y un aumento de las necesidades. En la mujer joven, a la ingesta de dietas hipocalóricas a menudo desequilibradas y poco diversificadas, se suma la anticoncepción hormonal, el consumo de tabaco y alcohol que aumentan las necesidades. Por lo tanto, es imperativo prever una suplementación desde la perspectiva del embarazo para abordar las primeras semanas después de la concepción con un estatus óptimo necesario para las primeras fases del desarrollo fetal².
De la misma manera, una ingesta suficiente de omega-3 DHA (ácido docosahexaenoico) es indispensable para optimizar los aportes nutricionales de la madre antes del embarazo y reforzar sus reservas de ácidos grasos omega-3.
Otras vitaminas del grupo B, como la vitamina B6, juegan un papel importante en el equilibrio de las hormonas, por lo que son imprescindibles en la regulación del ciclo menstrual.
Además, se ha demostrado que la exposición a contaminantes ambientales puede afectar la fertilidad de la mujer al provocar daños celulares, especialmente en los ovocitos, e inhibir la implantación del embrión. Es por eso que una ingesta adecuada de vitamina E es especialmente útil, ya que permite contrarrestar los efectos negativos de estos daños y garantizar una buena protección celular.
Por otro lado, el zinc también juega un papel importante en la fertilidad al asegurar una reproducción normal y participar en la síntesis del ADN. Las necesidades de zinc son aún mayores cuando la dieta es baja en proteínas de origen animal, lo cual es frecuente en las mujeres jóvenes.
Durante el embarazo, la suplementación ayuda a cubrir las mayores necesidades de micronutrientes y a prevenir posibles malformaciones del feto.
De hecho, mientras que los ácidos grasos omega-3 DHA aseguran un buen desarrollo cerebral en el feto, la vitamina B9 desempeña un papel esencial en el desarrollo y contribuye al crecimiento de los tejidos maternos.
En el caso de la vitamina B12 (cobalamina), las deficiencias no son infrecuentes en mujeres embarazadas. Dado que las necesidades de cobalamina aumentan significativamente durante el embarazo, una deficiencia puede afectar, entre otras cosas, el desarrollo cerebral del niño. Además, en la actualidad, cada vez más mujeres optan por una dieta vegetariana, vegana o vegana pura, lo que aumenta el riesgo de deficiencia de vitamina B12.
Las vitaminas B6, B9, C, D3, así como el selenio y el zinc contribuyen a un sistema inmunológico robusto e intervienen en el proceso de producción de nuevas células. También se sabe que la vitamina D3 participa en la fijación del calcio y, por lo tanto, favorece el desarrollo óseo del feto.
Además, las vitaminas del grupo B, la vitamina C y el yodo contribuyen al funcionamiento normal del sistema nervioso. En cuanto al yodo, este es un micronutriente esencial para la producción de hormonas tiroideas; es decir, una producción adecuada de estas hormonas es necesaria para el desarrollo normal del feto. Con un papel similar al del yodo, el selenio también contribuye a una buena función tiroidea y desempeña un papel importante en el desarrollo del cerebro. Por su parte, la vitamina B1 también interviene en el desarrollo de los nervios del feto.
Además, durante el embarazo, es posible que haya un aumento en la glucemia, lo que puede llevar a una diabetes gestacional. Este tipo de diabetes se asocia con un mayor riesgo de hipertensión arterial que puede provocar complicaciones tanto para la madre como para el bebé. El cromo contribuye a prevenir este tipo de diabetes, así como otros fenómenos como la intolerancia a la glucosa y la resistencia a la insulina⁷.
Las mujeres lactantes presentan un riesgo importante de déficit nutricional. Esto puede ser consecuencia de los déficits acumulados durante el embarazo o de las necesidades específicas aumentadas durante la lactancia que no han sido cubiertas por la alimentación. La suplementación de la madre lactante debe permitir cumplir dos objetivos principales: por un lado, la producción de una leche con un contenido óptimo de micronutrientes y ácidos grasos esenciales, fuente de beneficios para el bebé; por otro lado, y esto es igualmente importante, el mantenimiento de buenas reservas micronutricionales en la madre para permitir una rápida recuperación después del embarazo y la lactancia.
En cuanto a las vitaminas B, C, D3 y E, el contenido de la leche materna refleja bastante bien su estado en vitaminas. La suplementación permite cubrir las necesidades aumentadas de la madre lactante. En particular, la vitamina B1 es muy importante y contribuye a la lactancia.
Por su parte, el zinc participa en la inmunidad de la madre y del recién nacido así como en el crecimiento de este último. Los estudios han demostrado que los niveles de zinc caen rápidamente ya en las primeras cuatro semanas después del parto, y aún más dramáticamente durante el tercer mes de lactancia.
Como se mencionó anteriormente, la ingesta adecuada de DHA es importante. En el contexto de la lactancia materna, su objetivo es enriquecer la leche materna con omega-3. Además, durante este período, estos ácidos grasos omega-3 ejercen un efecto antidepresivo en el posparto de la madre, contribuyendo así a una buena salud mental de la nueva mamá.
PHYSIOMANCE CCGA, el complemento alimenticio de la periconcepción hasta la lactancia materna del Laboratorio THERASCIENCE
Para cubrir tanto el período de periconcepción, embarazo y lactancia, el laboratorio THERASCIENCE desarrolló PHYSIOMANCE CCGA (Concepción Embarazo Lactancia). Este suplemento alimenticio contribuye a una reproducción normal, a la regulación de la actividad hormonal y al crecimiento de los tejidos maternos y fetales durante el embarazo, al tiempo que favorece la lactancia. PHYSIOMANCE CCGA también interviene en el metabolismo energético y en la reducción de la fatiga, al mismo tiempo que contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunológico. PHYSIOMANCE CCGA proporciona 585 mg de aceite de pescado titulado en omega-3 EPA y DHA, yodo, cromo y nuestro complejo Suvimine13®, compuesto por 2 oligoelementos (selenio y zinc) y 11 vitaminas (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B9, B12, C, D3 y E naturales).
Para una eficacia máxima, el Laboratorio THERASCIENCE ha seleccionado las formas que ofrecen una biodisponibilidad máxima: las vitaminas B2, B6, B9, B12 en forma de coenzima, selenometionina, picolinato de cromo y bisglicinato de zinc. Además, nuestro aceite de pescado proviene de la pesca eco-responsable y cuenta con los sellos de calidad Epax®, X.O® y Friend of the sea®. El índice TotOx inferior a 4 asegura la calidad superior de nuestro aceite de pescado y garantiza también su pureza y su estabilidad.
¿Qué pasa con el hierro durante el embarazo?
El hierro: No hemos elegido la suplementación sistemática con dosis nutricionales de hierro para mujeres embarazadas. De hecho, debido a los altos riesgos de deficiencia en adolescentes, mujeres de bajos recursos, en casos de embarazos repetidos o para aquellas que tienen menstruaciones abundantes, o en casos de dietas pobres en hierro hémico, se requieren dosis de al menos 30 mg/día y colocan, en este caso, la suplementación fuera de los objetivos de nuestra gama. Fuera de estos factores de riesgo y de las anemias, no hay justificación para suplementar sistemáticamente con hierro. Concretamente, una sobrecarga de hierro durante este período aumenta el riesgo de parto prematuro, hipertensión en la madre e hipotrofia al nacer. Por lo tanto, es esencial realizar una prueba de hierro antes de cualquier suplementación durante el embarazo. Esta es la razón por la cual PHYSIOMANCE CCGA no contiene hierro.
Bibliografía
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